
Al final del arcoiris
Ya en la entrada a Huachipa, las nubes se transforman. Dejan atrás el extenso colchón, típico de la ciudad, plano y melancólico, y asoman formas animalescas: caballos agigantados que se adentran en manada hacia los cerros, hacia el remoto inicio de la cordillera. Estamos en los márgenes de Lima, en un centro poblado incrustado en